La Peña de San Román en la prensa del siglo XIX

El Semanario Pintoresco Español fue una revista fundada por don Ramón de Mesonero Romanos en 1836, en pleno fragor de la Primera Guerra Carlista. Considerada como prototipo de la prensa del Romanticismo Español, parte de su interés residía en acercar al público leyendas, tradiciones o historias más o menos noveladas de los más diversos lugares del territorio hispano.De manera que, al menos para mí, ha resultado sorprendente, también el Semanario llegó a incluir una curiosidad “pintoresca” de Salmerón.

No se trata, contra lo que pudiera parecer, de su templo parroquial, ni del convento de Santa María del Puerto, ni de renombrado castillo de Alvaráñez, cuyas ruinas se conservaron, al menos, hasta finales del siglo XVIII. Se trata de lo que nosotros conocemos con el nombre de “Cueva de San Román” o “Peñas de San Román” y que en aquel momento figura, como se puede leer en el título del artículo como “LA PEÑA DE SAN ROMÁN”.

Grabado del interior de la cueva en 1853

En un pueblo de la Alcarria llamado Salmerón existe una gigantesca peña colocada sobre las breñas más escarpadas del país. Ocupa una eminencia considerable dominando toda la extensión de una prolongada vega titulada Val de Medina,  que tiene una altura por igual de más de 30 varas. Esta gran mole de piedra conocida por los naturales del país con el nombre de la Peña de San Román, no ofrece otra cosa de particular desde su descenso mas que el aspecto de una antigua muralla al oriente, desmoronada de trecho en trecho, de alguna que otra hendidura, cuya ilusión aumenta con la interrupción. Como a la altura de 20 o 22 se distingue una pequeña tronera de figura ojival que representa tener vara y media de alto por media de ancho. Fundamentalmente se cree que esta especie de cueva hace muchísimos años que no debe haber sido visitada por persona alguna, ya por lo inaccesible y expuesto de su arribo, ya también porque la tradición que los naturales del país han ido trasmitiendo sucesivamente de que en dicho peñón existía una terrible cueva llamada de la Mora, imponía a los más decididos, difundiendo el miedo y la superstición por los pueblos vecinos. El simple aspecto del grabado da fácilmente a conocer que no es más que una estancia de figura semi-cuadrilunga y de unas seis varas de extensión, sostenida por un grueso poste distante vara y media de la ventana: en el pavimento se ven cinco depósitos de la figura de las tinajas de El Toboso y de 110 a 120 arrobas de cavidad. Están hechas a pico en la piedra, que es dura a pesar de pared bastante porosa. Multitud de agujeros hechos en la pared dan a conocer que han servido en algún tiempo de criadero a las palomas, porque aún se encuentran en ella varios nidos; pero se cree que semejantes nidos hayan sido formados en época posterior. Según el detenido examen que se ha hecho de todo el peñón, no tiene más que una entrada. En el borde de la parte exterior de la ventana hay unas rozaduras como las formadas por las cuerdas de sacar el agua en los brocales de los pozos. La parte exterior muestra palpablemente que ha habido ventanas de dos hojas, y otras dobles, que dan a entender eran cosas de gran valía las que se cerraban dentro. Es muy de sentir que sean tan escasas las noticias que se tienen de esta interesante cueva; pero nuestros esfuerzos han sido estériles al pretender dar a los lectores el SEMANARIO mayor abundancia de datos sobre tan curiosos cueva

El texto del artículo es el que reproducimos a continuación

El artículo, sin firma, está fechado en 4 de diciembre de 1853.

Hasta al menos los tiempos de mis abuelos había llegado la tradición de que la mencionada cueva era en la que el Rey Moro se había refugiado, guardando sus tesoros en las enormes tinajas que también menciona el texto del Semanario. Sin embargo, la leyenda de la Mora Encantada se nos ha transmitido en Salmerón a principios del siglo XX asociada al cerro de Alvaráñez. En qué momento se confundieron ambas tradiciones o si las confundió en su momento el redactor es algo que ya es imposible determinar.

Durante años no existe más documento que mencione la Peña de San Román, pero en el año 1894, en plena elaboración del Mapa Geológico de España, en el monográfico Cavernas y Simas de España. Descripciones recogidas, coordinadas y anotadas por D. Gabriel Puig y Larraz, ingeniero de minas, correspondiente al tomo anual de la revista Boletín Geológico y Minero, se vuelve a hacer mención de nuestra cueva.

En realidad, se trata de una versión modernizada del artículo del Semanario Pintoresco, como se ve en la actualización del lenguaje o en la sustitución de la medida en varas castellanas por la medida internacional en metros, al margen de eliminar –como es lógico en un tratado científico- cualquier referencia legendaria. A riesgo de ser reiterativos, reproducimos aquí el texto de este tratado:

Salmerón- Cueva de la Mora.- En el Val de Medina hay un cerro de particular estructura, que recibe el nombre de La Peña de San Román: Este cerro presenta por la parte de Oriente un tajo en el que se ve alguna que otra hendidura. A una altura de unos 20 metros se distingue una pequeña tronera de forma oval, que parece tener metro y medio de alto por medio de ancho; esta es la boca de la cueva. Dentro no hay más que una estancia próximamente cuadrangular, de unos 6 metros de larga; en el centro hay un macizo o pilar a metro y medio de la boca, y en el suelo se ven unos grandes huecos; en las paredes hay también agujeros, pero de pequeñas dimensiones

Itiner: Caminos vecinales; dos posadas // Expl. D.J.C. García// Ter.g. calizas y margas// Bibl. Sem. Pint. Esp. 1853; García (Don J.C.)

Parece claro por la información adicional del artículo que el informante y explorador de la cueva fue nuestro paisano y cronista provincial, Juan Catalina García López, en el momento de la redacción de este texto en 1894. Él habría aportado también la referencia del Semanario Pintoresco de 1853. Sin embargo, él no habría sido en ningún caso el redactor de este primer artículo como parece deducirse del texto citado: don Juan Catalina, nacido en Salmerón en 1845, tendría en 1853 sólo ocho años. Quién fue el autor del primer artículo es cosa que queda en la incógnita. Cabe suponer, como mera hipótesis, que don Basilio Sebastián Castellanos de Losada, buen conocedor de nuestro término municipal y ocasional colaborador del Semanario pudiera ser el responsable del mismo

Vista de la pared cortada del cerro

No conozco más estudio geológico o arqueológico sobre la Peña de San Román, quizá porque, en buena medida, su situación inexpugnable le ha ayudado a seguir conservando sus secretos. Mi amigo Tomás Santana me envío la siguiente descripción:

Las cuevas se encuentran en una pared de roca  caliza   que tienen  una altura máxima de 11,60 m. en la cueva de la decha. y de  13 m.en la izda. La boca de acceso es ojival de 1 m.de altura c.derecha y   80 cm. izda. por un ancho de 60 cm. Ambas cuevas tienen a 150 cm de la boca una columna de piedra con  cruces grabadas.

En la cueva de la derecha su forma es semi-cuadrada y la izda. es  cuadrada. Sus medidas son de 5  o 6 metros de fondo por 1,80 m. de altura. Su suelo presenta 5 cavidades de forma de tinaja ( 60X 120 cm). Como podéis  comprobar  coincide el grabado  y medidas (en varas castellanas= 83cm) con las publicadas en la revista del siglo XiX.

Las fotografías no dejan lugar a dudas:

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