Salmerón en la Historia

Salmerón en la Historia

Un repaso de los datos disponibles sobre la historia de Salmerón, desde los supuestos pobladores romanos y árabes del territorio, pasando por las luchas señoriales de la Edad Media y su posterior integración en el ducado del Infantado, hasta la abolición de los señoríos.

La historia del Salmerón va unida a la del resto de los pueblos de la denominada Hoya del Infantado. Sólo tenemos noticias de la existencia de este núcleo de población a partir de la Edad Media, sin embargo, se pueden suponer los orígenes prerromanos del pueblo. De hecho, el erudito dieciochesco Padre Traggia supuso que en el lugar donde hoy está Salmerón se habría situado la antigua Varada, una de las ciudades Carpetanas citadas por el historiador Ptolomeo. Sin embargo, esto no deja de ser mera teoría, a la que se oponen el propio Pascual Madoz o Trifón Muñoz Soliva en el siglo XIX y autores posteriores que han situado Varada bajo otras poblaciones actuales.

En cualquier caso, lo que sí es cierto es que la romanización debió afectar fuertemente a la zona, muy próxima geográficamente a la importante ciudad romana de Ercávica, situada en la margen izquierda del Guadiela, y a otros municipios donde se han encontrado restos romanos como las tumbas halladas en el término de Castilforte o la villa romana de la colindante Millana. Además, por las cercanías de Salmerón pasaría la vía romana que unía Segontia con Segóbriga, atravesando los actuales pueblos de Cifuentes, Trillo o Viana y, posiblemente por el propio término de nuestro pueblo, un ramal secundario de las calzadas que unían Ercávica con Caesaraugusta (Zaragoza), pasando por el asentamiento de la actual Acantud.

Vía romana a su paso por Alcantud

Salmerón debió de ser ya un núcleo de población bien establecido durante la ocupación musulmana. Sus propios habitantes, desde época remota, hacían referencia al supuesto origen árabe del nombre del lugar, de la misma manera que a los árabes remitían el origen de las numerosas cuevas repartidas por el término. Asimismo la localidad debió de ser, durante algún tiempo, frontera entre cristianos y musulmanes a juzgar por los indicios de su toponimia: Valdecastillo (Valle del Castillo) -nombre de uno de los río que rodean el pueblo- haría referencia a la fortaleza cristiana, Valdemedina (Valle de la Medina o ciudad árabe)-nombre del otro río- haría referencia a la fortaleza musulmana.

Como en el resto de la Alcarria, si hay un héroe legendario del momento de la Reconquista, este es Alvar Fáñez de Minaya, primo del Cid y responsable de la expulsión de los árabes de esta zona. La tradición oral, a la que se une el inestimable testimonio de las Relaciones de Don Tomás López en el XVIII, sitúa uno de sus castillos en la cima de cerro que hasta hoy conserva el nombre del guerrero castellano: el cerro de Alvaráñez. En 1787 esta fortaleza ya se encontraba reducida a ruinas y hasta hace pocos años en su cima se podía observar restos de cerámica medieval.

Doña Mayor Guillén, según la escultura de su sarcófago que se conservó en Alcocer hasta 1936
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Doña Beatriz de Portugal

Cuando, ya reconquistada la zona, las tropas del rey Alfonso VIII iban desplazando a los musulmanes hacia el territorio de la actual provincia de Cuenca, Salmerón, como otros pueblos de la zona, fue incluido dentro de la Tierra y Común de Huete, es decir, fue considerado propiedad real. Esta situación sólo cambiará cuando, a mitad del siglo XIII, el rey Alfonso X El Sabio haga donación de los pueblos de la Hoya del Infantado (Valdeolivas, Salmerón y Alcocer son los más importantes) a su amante Doña Mayor Gillén de Guzmán, madre de su hija Beatriz, que llegó a esposa del rey de Portugal, quien lo heredó y transmitió a su hija la infanta Doña Blanca.

Infante don Juan Manuel, señor de Salmerón

Cuando la nieta de Doña Mayor en 1312 vende Salmerón al infante Don Juan Manuel, este no puede cumplir las condiciones de la transacción y doña Blanca decide volver a vender Salmerón y algunos otros pueblos al infante don Pedro, hijo de Sancho IV y María de Molina. La cólera de don Juan Manuel no se hace esperar y provoca grandes disturbios en la zona de Hita, Huete y Guadalajara.
El Cronicón de Don Juan Manuel sitúa como fecha en que el Infante se hace con la posesión de Salmerón el año 1310: Eadem Era recuperavit Dominnnus Joanes a Salmerón, in Agusta, esto es, «En este año recuperó Don Juan Salmerón, en Agosto».
Independientemente de la exactitud del dato, Don Juan Manuel, mediado el siglo XIV, erigió un fuerte castillo en un otero al sur de la localidad, lugar al que aún hace no muchos años se conocía con el nombre de «la fortaleza» y donde, al menos desde mitad del siglo XIX, está situado el cementerio. En este lugar el infante acabó de escribir la que sería su gran obra, El Conde Lucanor, según consta en las últimas palabras de este texto: …et acabólo don Johan en Salmerón, lunes XII díass de junio, Era de mil e CCC e LXX e tres annos.
Pero no sólo utilizó Don Juan Manuel el castillo de Salmerón para su actividad literaria, sino también para sus jornadas de recreo cinegético, a juzgar por la acertada descripción del lugar que nos hace en su Libro de la Cetrería. :

«El arroyo de Salmerón nasce a la una parte sobre Castilforte é la otra desciende de la sierra de San Benito, e ayuntanse so la villa é entra en Guadiella so el monasterio de San Miguel de Alcocer; en este arroyo hai pocas ánades e malos pasos e es muy fondo pero a las veces salen ánades cabe Salmeronciello de Yuso.»

Salmerón aparece también mencionado con alguna frecuencia en su epistolario como lugar desde el que envía sus cartas, así como en su testamento, en el que ordena que tras su muerte sea vendido Salmerón junto con otros pueblos de su propiedad para con su montante pagar diversas deudas:

«Otrosí mando et tengo por bien quelos míos cabeçaleros sean luego apoderados de Santa Olalla et de Salmerón et de Palaçuelos et de Ynesta et de la Rrobda et del Prouençio del Congosto. Et que sobre los dineros que yo dexo para la mi alma, quelos cabeçaleros vendan estos lugares por lo más que pudieren, para pagar los testamentos dichos et lo que se contiene eneste mío»

A su muerte, el pueblo pasa a ser propiedad del Infante Don Alfonso, marqués de Villena y conde de Denia por donación del Rey Enrique, yerno del Infante Don Juan Manuel. La donación, llevada a cabo en 1366 se realiza como recompensa del apoyo que el citado don Alfonso había prestado a la causa del de Trastámara, en detrimento de su hermano, Pedro I El Cruel.

«El rey Don Enrique, por galardonar é pagar aquellos que le ayudaron a cobrar el Reyno, partió con ellos de esta manera(…)La tierra de Don Juan Manuel dió al conde de Denia, é el Marquesado, é Alcocer, é Salmerón, é Valdeolivas: esto le compró Micer Gómez de Albornoz del algo que ovo del Cardenal Don Gil, que era su pariente»

(Crónica de Don Pedro Niño)

Efectivamente, a Don Alfonso se lo comprará Don Micer Gómez de Albornoz, esposo de doña Costanza de Villena, en la segunda mitad del siglo XIV. De hecho, se conserva documentación por la que la reina Doña Juana -hija de Don Juan Manuel y esposa del rey Enrique de Trastamara- confirma a susodicho señor, mayordomo mayor del monarca, la compra que había hecho al Conde de Denia de los lugares de Alcocer, Salmerón y Valdeolivas en 30 Florines de oro:

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Juana Manuel, esposa de Enrique de Trastámara

«Sepan cuantos esta carta vieren, como yo Doña Johana por la Gracia de Dios, Reynaa de Castiella y de Leon, con licencia y otorgamiento y consentimiento del Rey Don Enrique, mio Señor, por quanto so cierta que vos Micer Gomez, fijo de Don Alvar García de Albornoz, Mayordomo Mayor del dicho SSeñor rey, comprastes de Don Alfon Marqués de Villena, Conde de Ribagorça y de Denia y de sus procuradores con su poder en su nombre, los lugares de Alcocer y Salmerón y Valdoeolivas y sus términos, con la jurisdicción alta y baja y señorío y mero y mismo Imperio por treinta florines de oro: lo qual hiciestes con licencia y otorgamiento de dicho Señor Rey y con mi voluntad y consentimiento y placentería, por quanto los dichos florines fueron para la redención del dicho Marqués, de lo qual el dicho Rey, mio Señor, y yo tenemos grant carga, por quanto fue preso en servicio del dicho Señor Rey, y mío, y en defendimiento del Regno. Por ende, yo así como Reina y Señora é así como heredera de los bienes de don Johan, mío padre, que Dios perdone, cuyos fueron los dichos logares que vos comprastes, de mi cierta saabiduría y de mi propia voluntad confieso en la dicha compra que vos feciestes de los dichos logares de Alcocer, Salmerón y Valdeolivas y sus términos. E si algún derecho yo avía y me pertenescía en ellos en cualquier manera, y por cualquier razón, renuncio por pleyto y posstura que vos fago, y passolo en vos, para que ayades los dichos bienes y la dicha compra de dellos ficiestes firme y estable y sana para siempre jamás para vos y para aquellos que de vos vinieren o quien vos quisiéredes. E renuncio el beneficio de la ley de Valeyamos que es fecha a favor de las mugeres, seyendo cierta y certificada del beneficio de dicha ley. E prometo por mí e por mis herederos y para agora e para siempre jamás de no ir ni venir contra la dicha compra que vos feciestes de los dichos logares, ni contra parte dello, por mi ni por otre en algunt tiempo, ni por alguna manera. E juro a Dios y a Sancta María tener e guardar e complir todo lo sobredicho y de no ir ni venir contra ello, ni contra parte dello, por mí, ni por otra, según dicho es. E porque esto sea firme y estable divos esta mi carta. Septiembre, Era de 1409 años. Yo LA REINA, Gonçalo Gómez. Regina Castellae elegionis sigillum donna Ioana dii gratia.»

(Pruebas de la Casa de Lara)

Don Álvaro de Luna, señor de Salmerón

A don Micer Gómez de Albornoz sucede en el señorío don Juan de Albornoz y a este, a su vez, su hija mayor, doña María de Albornoz, VII señora de Albornoz y del Infantado, esposa de don Enrique El Nigromántico, de tan notable recuerdo en la Alcarria. Doña María, al parecer heredera sólo de la mitad de Salmerón, lo dona a mitad del siglo XV a su primo, el Condestable don Álvaro de Luna. Sin embargo, la otra mitad del pueblo debió de seguir perteneciendo a la familia de la segunda hija de don Micer Gómez de Albornoz, hermana de doña María, Doña Beatriz de Albornoz, llamada “la Ricahembra”, IX señora de Albornoz, que casó con Diego Hurtado de Mendoza, señor de Cañete. De este matrimonio nació Luis Hurtado de Albornoz, que murió joven, sin sucesión y al que heredaron sus padres.
En esta situación la ambición del Condestable –cuyas rentas es fama que pasaban de los 200.000 escudos y que era señor de más de 120 lugares- se desborda, y pide al mencionado Diego Hurtado de Mendoza que le done su parte de la villa de Salmerón con el “castillo y casa fuerte della” bajo amenazas para él y para toda su familia. Consta que don Diego, asustado, renuncia a la parte del pueblo que le corresponde dejando definitivamente Salmerón en manos de don Álvaro de Luna:

Crónica de don Álvaro de Luna

“Siendo don Diego Hurtado de Mendoza […] un Cavallero de tantas partes,Montero mayor del Rey don Iuan, de su Consejo, Guarda Mayor de Cuenca, y perteneciéndole la mitad de la villa de Salmerón, castillo y casa fuerte della, que le pertenecía por herencia y sucesión de Luis Huratdo de Albornoz su hijo, a quien tocava por sucession de Doña Constança de Villena su abuela: pero viendo don Alvaro, que don Diego rehusava hazer la donación que le avía pedido, le amenaçó, que si no le dava la villa de Salmerón, castillo y casa fuerte della, le avía de arruinar a él y a toda su casa, por cuyos miedos don Diego determinó conceder con su demanda (aunque sin voluntad) como se hizo una protestación que hizo [….]»

En efecto, el cronista conquense Mártir Rizo nos transcribe la protesta que don Diego elevó al rey desde Valdeolivas y que está fechada el 5 de agosto de 1432. Sin embargo, y pese a que los reyes de Navarra y Aragón habían prometido a don Diego, entre otras prebendas, ayudarle a cobrar la mitad de Salmerón y la villa de Valdeolivas, (de la que, al parecer, también había sido deposeído), a cambio de entregar Cuenca a la Corona Aragonesa, allá por el año 1449, lo cierto es que parece que Salmerón siguió perteneciendo a don Álvaro de Luna mientras vivió.
Ajusticiado el Condestable y heredado por su hijo don Juan, éste es desposeído de Salmerón por el rey Enrique IV, quien en 1471 lo entrega a otro Diego Hurtado de Mendoza, el segundo Marqués de Santillana, hermano del célebre Cardenal Mendoza. Al parecer, esta entrega, realizada en 1469, se hace en agradecimiento de la ayuda que el Marqués prestó al rey, apoyando la causa de su hija Juana, la llamada Beltraneja, a quien el propio noble hospedó en su palacio de Guadalajara:

«Por cuyos servicios el año de 69 le dio y hizo merced este Príncipe al Marqués de las tres villas del Infantadgo co(n) sus anaxos, q(ue) son Alcozer, Salmerón, Valdeolivas, por los gastos q(ue) avía hecho con la Princesa doña Juana, que la tenía en su poder en Guadalaxara, según escrive Gerónimo de Zurita en el libro 18 de sus Anales, o porque la jurasse por Princessa de Castilla (…)»

El mismo Marqués será agraciado en 1475 con el título de Duque del Infantado por los reyes Católicos, con las siguientes razones:


Por ende, é por hazer principio a las dichas mercedes, é mirando a vuestro buen esfuerço, y animosidad, é buen seso, é entendimiento, é autoridad, avemos acordado, é deliberado de vos fazer é fazemos Duque de las vustras villas de Alcozer, Salmerón e Valdeolivas, que se llaman el Infantadgo».

Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado

En poder de esta familia permanecerá las siguientes centurias. Así, el Catastro del Marqués de la Ensenada nos informa de que, dentro de los presupuestos municipales está incluido un pago de 428 reales como «regalo que da a la Excelentísima Duquesa del Infantado, incluidos los derechos de secretario» y, en otro momento, refiere que Salmeron es «Villa de Señorío y pertenece a la Duquesa del Infantado. (La Duquesa, a la sazón MªFrancisca de Silva Mendoza y Sandoval) percibe derechos de alcabalas, Martiniega, Tercias Reales y con el nombre de Regalo 428 Relaes de Vellón y que no saben con qué título o motivo los percibe»
En esta situación continuará el pueblo hasta la abolición de los señoríos

BIBLIOGRAFÍA

Crónica de Don Pedro Niño, publicada por don Eugenio de Llaguno Amirola, de la RAH. Madrid, Sancha, 1782. López, Mateo, Memorias históricas de Cuenca y su Obispado, I y II, Madrid, CSIC, 1949.

Mártir Rizo, Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca, Madrid, 1629.
Salazar, Pruebas de la Casa de Lara, Madrid, 1694.

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