Una antigua tradición de Salmerón, así como de los pueblos de la zona, era el pago de “La Patente”. Consistía en que, si un mozo de otro pueblo pretendía a una chica del pueblo en cuestión, tenía que pagar unas rondas en la taberna, una merienda o una cantidad de dinero al resto de los mozos de allí. Si así no lo hacía se le amenazaba con echarle de cabeza al pilón donde abrevaban las caballerías. Este pago es a lo que se denomina “Patente”.
Esta tradición tiene sentido en pueblos con un cierto número de habitantes, donde las chicas pudieran encontrar novio, pero donde todo el mundo se conocía, y, sobre todo, donde las condiciones de aislamiento hacen que la llegada y pretensiones de un forastero (aunque sea de cerca) fuera un hecho digno de reseñar. Ciertamente la costumbre se ha conservado hasta después de la guerra, pero hoy día la despoblación hace que haya perdido su sentido y desaparecido.