En las postrimerías del siglo XIX comienza a surgir un tipo de guía destinada al hombre que ocupa su tiempo de ocio en viajar por el placer de conocer nuevos lugares, sin que razones de otra índole (como los motivos de salud de los visitantes de balnearios) le obliguen a ello. Surge en este momento el término turista, que ya aparece en el título de algunas de estas obras.
Nuestra provincia no es ajena a este tipo de publicaciones de manera que comienzan a ver la luz una serie de libros, ilustrados ya en muchas ocasiones con fotografías, que nos han legado un precioso testimonio de la situación de la provincia de Guadalajara hace más de un siglo y, sobre todo, un interesantísimo documento gráfico de monumentos ya desaparecidos.
Un buen ejemplo de este tipo de obras es el libro de José María Quadrado, Guadalajara y Cuenca (1853), con adiciones de Vicente de la Fuente en 1885. Perteneciente a la serie España: sus monumentos y arte, su naturaleza e Historia, que publicó Daniel Cortezo en Barcelona a finales del siglo XIX, es representante de una estética romántica o postromántica que hace que el libro se ilustre con dibujos a pluma, heliografías, cromos y grabados que hacen de él un ejemplar de gran belleza. El contenido, por lo que respecta a la provincia de Guadalajara, se estructura en catorce capítulos, que arrancan con el dedicado a la capital y terminan con el referido al Señorío de Molina. El recorrido repasa las más interesantes rutas de la provincia, que comprenden termas (Trillo, La Isabela), monasterios (Lupiana, Sopetrán, Valfermoso, ruinas de Ovila), yacimientos arqueológicos (Recópolis), curiosidades orográficas (Tetas de Viana), santuarios marianos y principales localidades de la provincia.
Algo posterior es el opúsculo de Emilio Valverde y Álvarez, Plano y Guía del viajero en Alcalá de Henares, Guadalajara y Sigüenza, Madrid, 1885, que está concebido como guía para una pequeña excursión de tres días, realizable en tren desde Madrid. Con este fin, se consigna el horario de salida del tren, el tiempo que tarda en recorrer las distancias y las fondas recomendables para el alojamiento y se proporciona un plano desplegable con callejero de Guadalajara y fotografía de una vista general de cada una de las tres ciudades. Por lo demás, se nos da cuenta del origen árabe de Guadalajara y se menciona el nombre de algunos de sus hijos más ilustres: Pedro González de Mendoza (el héroe de Aljubarrota) y su nieto el Gran Cardenal del mismo nombre, Juan de Gaona, el pintor Antonio del Rincón y el arquitecto Luis de Lucena. Tras la descripción topográfica de calles y plazas se pasa al recorrido de cada uno de los monumentos de interés de la ciudad, como el Palacio del Infantado y las diversas iglesias y conventos. Especial interés tiene la mención del ya entonces arruinado Alcázar de la Reina Doña Berenguela de Castilla y de las Casas Consistoriales, construidas en el siglo XVI y hoy sustituidas por el Ayuntamiento de 1906. Similar criterio sigue con la ciudad de Sigüenza, cuya historia resume desde los orígenes celtibéricos hasta las, entonces recientes, Guerras Carlistas. Se hace una somera descripción tanto del enclave geográfico como de los monumentos de la ciudad, entre los que destacan el Alcázar (hoy Parador de Turismo), la catedral, las iglesias y conventos y el Seminario. Y un dato para la anécdota, nos dice Valverde que «el clima es tan saludable que abundan los viejos».
De comienzos del siglo XX data ya el libro de Juan Diges Antón, Guía del turista en Guadalajara (Guadalajara, 1914). La obra, publicada a expensas de la Junta provincial de Turismo, presenta la novedad de su gran cantidad de fotografías en blanco y negro de los principales monumentos y curiosidades de la capital , así como de los pueblos más importantes de la provincia, además de dibujos a plumilla, entre los que destaca una vista general de Guadalajara en el año 1600. La obra comienza con una descripción detallada de la ciudad de Guadalajara y sus monumentos, a la que sigue un capítulo dedicado a la descripción de las murallas de la ciudad y otro acerca de las casas solariegas que en este momento aún se conservaban en la ciudad. El capítulo final propone una serie de excursiones por varios itinerarios de la provincia: Lupiana, Horche, el Salto de Bolarque, Torija, Pioz, Baños de Trillo, Baños de La Isabela, Anguix, Jadraque, zorita e Hita. A todo ello se añade el encanto de presentar al comienzo y al final del libro una serie de páginas de publicidad editorial, con anuncios de los establecimientos de la Guadalajara de la época.
También de los años diez es el Portfolio Fotográfico de España. Cuaderno nº 16. Guadalajara (Barcelona, s.f. y s.a..), obrita básicamente gráfica que se abre con un mapa de la provincia y, tras cuatro páginas de texto, presenta 16 fotografías comentadas de diversos lugares de la capital, para concluir con la relación de de los pueblos de la provincia y su número de habitantes. Pese a lo reducido del texto, este condensa una notable cantidad de información sobre la situación geográfica, producción, industria y vías de comunicación de la provincia, así como de los monumentos y noticias históricas de la capital.
En el año 1929, al calor de la Exposición Ibero-Americana que tanta repercusión tuvo en nuestro país, se publica en la capital de la provincia la Guía Arqueológica y de Turismo de la Provincia de Guadalajara, a manos de Julián García Sáinz de Baranda y Luis Cordavias. Los propios autores reconocen en el prólogo el impulso que el acontecimiento de aquel año supuso para la realización de su obra: «Si no hubiera sido por el estímulo y la comisión que el Comité Provincial de la Exposición Ibero-americana nos ha dado, en su afán de enaltecer ante los ojos de los futuros visitantes y preparar a la vez el camino a los turistas que en grandes oleadas invadirán pacíficamente España con deseos de conocerla, aún estarían estas papeletas en estado potencial, tan lejano, que casi podían juzgarse no engendradas». También avisan los autores de la dificultad que suponía recoger los datos in situ, dado el gran número de pueblos de la provincia, y confiesan su deuda con respecto a las obras del ya en ese momento desaparecido Juan Catalina García y a las relaciones que les han enviado de las distintas localidades. Por lo demás, el libro, que se abre con un detallado mapa de la provincia, cuenta con 49 fotograbados y 33 láminas con fotografías de distintas obras de arte de la capital y la provincia. En cuanto al contenido, se estructura en nueve partes, correspondientes a las cabezas de partido que hay en la provincia, dentro de cada una de las cuales se relacionan los diversos pueblos, de los que se describe sucintamente su riqueza artística y patrimonial. La obra se completa con lo que los autores denominan «notas útiles», en las que se incluyen, entre otras informaciones, los horarios de trenes de la línea Madrid-Zaragoza, los de los coches de Madrid a Alocén, la relación de líneas de transporte de viajeros en automóvil por toda la provincia, así como los hoteles, fondas y casas de viajeros en las más importantes localidades alcarreñas.
Terminamos este repaso bibliográfico con el libro de Rafael Aguilar y Cuadrado, Guadalajara. Alcalá de Henares. Cuarenta y ocho ilustraciones con texto de…, (Barcelona, Hijos de J. Thomas, s.f. años 20). Esta obrita es la correspondiente a nuestra provincia, que se editó como número 2 de la colección El Arte en España, realizada bajo el patronato de la Comisaría Regia del Turismo y Cultura artística. Concebida como una obra básicamente gráfica, se aportan veintidós fotografías de la capital (Palacio del Infantado, Instituto, Iglesias de San Nicolás y San Ginés y Capilla de Luis Lucena). El texto, muy reducido, repasa a grandes rasgos la historia de la ciudad y describe sus monumentos, algunos hoy desaparecidos, como la iglesia de san Gil que conserva el pórtico donde el Consejo celebraba sus asambleas. Como corresponde a una guía concebida para el uso del moderno turista, el texto se presenta, asimismo, traducido al francés y al inglés.
Desde luego, no están todos los que son en esta pequeña aproximación bibliográfica que aquí presento, pero sí lo hacen algunos de los más curiosos autores de guías y libros específicos sobre la provincia de Guadalajara de entre el siglo XVII y los comienzos del XX. Su localización no siempre es fácil (alguno tiene reedición facsímil, alguno aún puede encontrarse en el comercio del libro antiguo, la mayoría sólo puede consultarse en bibliotecas) pero merece la pena acceder a su lectura para tener ocasión de contemplar nuestra querida Alcarria con los ojos con que lo hicieron nuestros antepasados.