Un pequeño nuevo hallazgo sobre la ermita de San Matías

Un pequeño nuevo hallazgo sobre la ermita de San Matías

En otras entradas nos hemos referido a la ermita de San Matías, la única que, junto con la de la Virgen del Puerto, conserva parte de su estructura de entre las más de diez que existieron en Salmerón dedicadas a distintas advocaciones religiosas.

Se sabe poco de la historia de la ermita de San Matías: que en 1580, cuando se hace una relación de las ermitas de la villa, no existe aún ninguna dedicada a ese santo, que su construcción fue acabada en 1631, según reza en el umbral de su puerta y que, al menos desde esa fecha San Matías debe de ser el segundo patrón del pueblo. Poco sabemos del culto que pudiera haber en un lugar tan apartado de la población y de no fácil acceso.

Es posible, pese a la falta de información, que este segundo patronazgo del pueblo esté relacionado con la llegada de la reliquia del santo que se guarda en la iglesia parroquial, tal vez regalo de algún clérigo preminente en un siglo, como fue el XVII, pródigo en «producción» de reliquias diversas.

El lugar en el que se alza la ermita, a 1.100 metros de altura, tiene una vista espectacular y coincide con un punto del paso del Camino de Santiago por la Ruta de la Lana entre Salmerón y el hoy despoblado Villaescusa de Palositos. Desde allí se puede observar un hermoso panorama de toda la Hoya del Infantado. Unos pasos más abajo de la ermita se conserva aún la Fuente de San Matías, tradicionalmente muy apreciada por sus aguas. Como dije en su momento, sabemos que la ermita tuvo una vida breve, ya que los restos del edificio, ya arruinado habían salido a pública subasta, según se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara de 16 de noviembre de 1849. Dos años después, el anticuario madrileño Basilio Sebastián Castellanos de Losada nos describía de esta manera el paso por el lugar en su obra Trillo. Manual del Bañista, de 1851:

“Luego que se gana la cima, se entra en un monte bajo muy llano y de más de una legua de extensión, a cuyo fin se halla un descenso a un prado que es la dehesa de Villescusa, subiéndose desde él al monte en que entra el término de Salmerón; después se pasa al pedregoso cerro denominado de San Matías, patrón del pueblo, en cuya cima y a la vista de la población, hay una ermita en ruinas que estuvo dedicada al santo, y cerca de allá una fuentecilla de fresca y rica agua que apaga la sed del viajero. Desde la ermita se ve la alegre veguilla de Salmerón y sus casas; pero empieza una bajada tan pendiente y áspera sobre piedra viva y cantillos desprendidos, que habrá pocos pasos en la misma Alcarria más peligrosos y largos, pue que el descenso cuesta una hora de camino lo menos”.

Precisamente lo escarpado del lugar y las dificultades para llegar a él debieron de ser la causa de que en 200 años la ermita se abandonase.

Sin embargo, gracias a la revisión de los Libros de Defunciones de la Parroquia del pueblo, sabemos que,al menos hasta el primer cuarto del siglo XVIII, la ermita estuvo habitada por un santero: es decir, que existieron dependencias en la que esta persona, de escasos recursos, vivía de cuidar el culto de San Matías. Esto se constata en un Libro de Defunciones del año 1724. Lamentablemente, el documento se encuentra en mal estado, y sólo podemos saber que el susodicho santero se apellidaba Jabalera (un apellido frecuente en esa época en Salmerón), que murió el 5 de noviembre de 1724 y que, al ser pobre y no tener posesiones no testó y se le enterró “de limosna”.

Transcribo el documento y dejo fotografía:

“…] Xavalera, santero de San Mathías, hermita desta villa de Salmerón, m]urió a cinco de Noviembre deste año de mil setezientos y veinte y quatro. Requerió los Santos Sacramentos de Penitencia Eucharistía y extremaunción como fiel y cathólico crystiano. No testó por no tener de qué. Enterróse de limosna con entierro semidoble”.

No sé si el santero fue sustituido en esta ocasión, lo que parece claro es que era difícil acudir periódicamente a cuidar el culto en lugar tan remoto y, poco a poco, se fue perdiendo hasta desaparecer.

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