Un robo en la tienda de tejidos de Salmerón en 1890

Un robo en la tienda de tejidos de Salmerón en 1890

La noche del 4 al 5 de febrero de 1890 se produjo un robo en Salmerón que, por sus dimensiones, tuvo eco en la prensa de la época. Se trató del asalto a uno de los más importantes comercios de tejidos que en ese momento había en el pueblo, el que regentaba Dolores Trúpita. Aunque no tenemos la seguridad absoluta, es posible que se tratara del inmueble que está en la Plaza, ya en el comienzo de la calle Mayor, por cuanto la señora Trúpita parece ser que era abuela materna de Ramón Paramio.

La noticia, recogida en el Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara del 24 de febrero de ese año, es interesante porque da una relación exacta del material sustraído y, con ello, nos informa del tipo de prendas de vestir que se comercializaban y usaban en el Salmerón de finales del XIX.

Las prendas y telas robadas son las siguientes:

• Tres fajas catalanas negras con raya azul. Es la faja que llevaban los hombres enrollada a la cintura. Normalmente era negra y este tipo de prendas se solían importar de la gran industria de tejidos de la Cataluña del momento.

• Tres mantos hechos y tres en corte. El manto era una prenda con la que las mujeres se cubrían cabeza y la parte superior del cuerpo hasta la cintura. Habitualmente se utilizaba para las ceremonias religiosas.

• Unos dieciséis o dieciocho velos de clase superior e inferior. El velo se usaba lo mismo para ceremonias religiosas que, en el caso de las señoras de más posibles, para cubrir la cabeza en traje de calle. Es un tejido fino hecho de tul, gasa u otra tela delgada de seda o algodón. De ahí las diferencias de calidad que distingue la relación que aparece en el texto.

• Unos sesenta o setenta pañuelos de merino y chales. Los pañuelos, a los que nos referiremos más adelante, era la prenda de más o menos abrigo que llevaban las mujeres sobre los hombros. Eran cuadrados y doblados haciendo forma de pico. Los chales, aun cuando cumplían la misma función, tenían otra forma, puesto que el tejido era mucho más largo que ancho, y su uso no era habitual en mujeres populares.

• Unos cincuenta o sesenta pañuelos de seda negros y de colores. La misma prenda que la anterior, pero de un tejido más ligero y señorial.

• Unas veinte o veinticinco toquillas. Esta vestimenta nos es más conocida: se trata de una prenda de punto, generalmente de lana, que usan para abrigo las mujeres.

• Dos mantillas de franela y una de seda. Entiendo que aquí la mantilla se refiere a una versión más corta del manto, para cubrir la cabeza femenina.

• Doce o catorce abrigos de niños de estambre fino.

• Cortes chalecos de terciopelo de dos clases superior e inferior. Son chalecos de vestimenta masculina.

• Cuatro o cinco pañuelos de lana de ocho puntas. Esta es una de las menciones más interesantes. Es un pañuelo mucho más grande y abrigado, con el que la mujer cubría todo su cuerpo en invierno e incluso le servía de capucha. Los pañuelos de ocho puntas se popularizaron durante el siglo XIX en nuestro mundo rural incorporándose a la indumentaria tradicional de prácticamente todas las regiones hispanas. Estaban hechos originariamente de lana de cabra y con dibujos tipo cachemira.

• Más de veinticuatro pañuelos de cuatro puntas, grandes y pequeños negros y estampados. No he encontrado información sobre este tipo de pañuelo, entiendo que más pequeño que el de ocho puntas, pero seguramente de distinto corte que el clásico pañuelo cuadrado de merino al que ya nos hemos referido.

• Un corte de refajo cuadros negros y encarnados. El refajo era la falda exterior con vuelo, por lo general de bayeta o paño, que usaban las mujeres encima de las enaguas. Frecuentemente era lisa o de rayas o, como en este caso, cuadros.

• De veinticinco a treinta pañuelos “de canilla” para la cabeza, en negro y en colores. El pañuelo en la cabeza era el tocado diario de la mujer popular. Pero dentro de esta prenda también había diferencias. La expresión “de canilla” hace referencia a un tipo de encaje que, probablemente, rodeaba la tela.

• De seis a ocho docenas de pañuelos para la cabeza de algodón, los más económicos y, por el número acumulado, suponemos que los más vendidos.

• Treinta varas de tejido de merino de colores negro y café.

• Además de todas las telas y “ropas cosidas”, en la tienda se sustrajo azafrán, billetes de banco, monedas en calderilla, pero también monedas de plata e, incluso, un saquito de alhajas, lo que nos da cuenta de la riqueza del establecimiento.

Por lo demás señalamos los tejidos que se mencionan son algunos tan conocidos hoy como el algodón, el terciopelo o el raso, pero también otros que nos resultan más ajenos en el mundo de hoy, como los siguientes:

  • el merino, que es un tejido de cordoncillo fino, en que la trama y urdimbre son de lana escogida y peinada, de primera calidad.
  • la bayeta, que es una tela de lana, floja y poco tupida, de calidad muy inferior a la anterior.
  • el estambre, que es un tejido de hilo formado de las hebras largas del vellón de lana.
  • el veludillo, que es una felpa o terciopelo de algodón, de pelo muy corto.

Para medir todos estos tejidos no se usaba aún el sistema métrico decimal, sino que la medida era la vara castellana, utilizada hasta finales del XIX y que equivalía a algo menos de un metro, concretamente a 0,835905 m.

Por otra parte, comentaremos que la unidad monetaria empleada es el real, ya sea en billetes de banco, en monedas de plata o en otras de valor inferior.

Y, como curiosidad, y a diferencia de otros robos cometidos en el Salmerón de la época, no se supo nunca o la prensa no dio cuenta de quiénes cometieron el robo o si fueron procesados por ello.

Os dejo el recorte del artículo y algunas imágenes de prendas y tejidos similares a los que se mencionan.

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