La existencia de herreros en el mundo rural de antaño era fundamental, sobre todo, por la cantidad de caballerías, básicas para la existencia familiar, que necesitaban herraduras periódicamente. Baste decir que en el año 1953, ya con la población algo disminuida por la emigración, aún había en Salmerón tres fraguas.
Pero, aparte de esta función un tanto prosaica de herrar caballos, asnos y mulas, en Salmerón se observa un excelente rejería que aún conserva buenas piezas en nuestras calles lo que nos hace suponer la existencia de magníficos talleres de herrería. Las rejas de Salmerón, en mi opinión, tienen cierta semejanza con las que se dan en Cuenca y provincia, cuya industria de la forja prosperó exponencialmente a partir del siglo XVI.
Los datos que tenemos de un herrero que logró fama como industrial del gremio datan ya de mediados del siglo XIX. La persona en cuestión se llamó Francisco Ramón. Nacido en 1799 y muerto en mayo de 1864. Casado en segundas nupcias con Alejandra Ángel Aparicio, con la que, al parecer, no tuvo descendencia, sus herederos fueron los hijos habidos en su primer matrimonio: don Sinforoso Ramón Martínez, que llegó a ser magistrado en Madrid, y a la única hermana de éste.
Francisco Ramón tenía su vivienda en la calle de la Luna 3, también le pertenecía el inmueble del número 8 de la misma calle, el de Perchel 12 y el de la Travesía de las Escabas 7, según figura en un amillaramiento de Salmerón de esa época. Tenía una gran fragua con corral en el número 13 de la mencionada calle de la Luna, desde donde salían sus obras, incluso para Madrid, según describe Basilio Sebastián Castellanos de Losada, que pasó un año en nuestro pueblo, en su obra Trillo. Manual del Bañista.
Ciertamente, de joven escuché que de la forja de Francisco Ramón habían salido parte de las rejas de El Retiro y material para la construcción del Canal de Isabel II, pero no tengo constancia documental de ello.
En la finca de Luna 13, durante las obras de edificación y acondicionamiento, salieron clavos y pequeños objetos de forja procedentes de aquella famosa fragua.
Pero la mayor parte de las excelentes rejas de Salmerón son muy anteriores en el tiempo, posiblemente de los siglos XVI y XVII. Por no hablar de los maravillosos herrajes de las puertas de la iglesia y del Pósito. El cerrojo interior del templo también es de gran belleza.
La reja que adorna la planta baja de la casa modernista situada en la calle Mayor 17, hay tradición de que vino de Óvila, monasterio cercano a Trillo, desamortizado en 1836 y vendido al magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst a comienzos de los años 30 del siglo XX.
En tiempos más recientes, y hasta hace unos 20 años, hubo un salmeronense, José González Santana, que retomó este arte y realizó en su forja maravillosas rejerías siguiendo la tradición del pueblo. Su temprana muerte privó a más casas de Salmerón de lucir las obras artísticas que salían de sus manos.
La colección de fotos que presento fue tomada también hace cerca de 20 años y a ella se añade alguna que me dio un amigo de una reja ya desaparecida. No lo he comprobado, pero desearía que todas estas piezas inigualables permanecieran en el sitio para el que fueron creadas.
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