Leyendas de Salmerón

Repasamos las más conocidas leyendas  que se han transmitido entre los salmeronenses de generación en generación, especialmente la de la serpiente de  la cueva de la  Virgen del Puerto y la de la «mora encantada» del cerro de Alvaráñez.

Dos son las principales leyendas transmitidas durante generaciones entre los Salmeronenses: la del milagro de la Virgen del Puerto y la del Cerro de Alvaráñez. Como siempre sucede, tras una leyenda se encubren, en clave mítica o simbólica, acontecimientos históricos de mayor o menor relieve.

LA LEYENDA DE LA VIRGEN DEL PUERTO Y EL CABALLERO GIL MARTÍNEZ

La primera de estas leyendas locales hace referencia a la fundación del convento de Agustinos de Santa María del Puerto, que estuvo situado a poco más de un kilómetro de Salmerón, junto a la ermita dedicada a la Virgen del mismo nombre. La versión popular de los hechos nos cuenta que, yendo de cacería un caballero, por nombre Gil Martínez, despensero mayor del señor del lugar, don Juan Manuel, le salió al paso una gran sierpe o reptil, procedente de una gruta que se halla en la ladera de un cerro cercano. Viendo amenazada su vida, el caballero se encomendó a la imagen de la ermita con las siguientes palabras: «Virgen del Puerto, si me salvas de este apuro te hago un convento, con San Agustín dentro». A continuación el caballero con su espada mató al animal, algunos dicen que ayudado por un espejo que llevaba al cinto y que puso frente a la serpiente, consiguiendo que ésta se aterrorizara ante su propia imagen . Esta versión no deja de ser una reinterpretación popular y cristianizada del episodio de la Mitología Griega en que Perseo mata a la Medusa haciendo que ella se petrifique al contemplar su propia imagen en el bruñido escudo del héroe.

Pintura de la ermita de la Virgen del Puerto que representa la leyenda de Gil Martínez y la sierpe

Afortunadamente contamos con la narración manuscrita de la leyenda que nos dejó el que fuera párroco de Salmerón en 1787, don Carlos Moreno Colmenar:

Tiene un Convento de Religiosos Agustinos Calzados fundado por el año 1300 por Gil Martínez de Espejo, Mayordomo que fue del antiguo Ynfante Dn. Manuel, con motvo del milagro que Nª S. del Puerto, titular de dicho Convento obró con el dicho, y fue que viniendo a cobrar las rentas de su Amo, y pasando por una espesura donde estaba la Hermita de la Señora, le salió una horrorosa sierpe y a la invocación de la Señora, con la promesa de fundar el dicho Convento logró entrarle la lanza por su garganta quitándola la vida. Assi consta en el referido Convento.

Paraje de la ermita de la Virgen del Puerto en su estado actual

Los datos históricos sobre la fundación del convento nos los proporciona el agustino fray Tomás de Herrera en 1652. Según este autor, Gil Martínez – que es un personaje histórico, cuya existencia real está atestiguada incluso en diversos documentos del Infante don Juan Manuel – habría fundado el convento antes de 1337, a imitación de la fundación previa del convento agustino de Castillo de Garci-Muñoz, en 1323 por parte de su señor: (…)

Parece que auiendo don Iuan Manuel, hijo del Infante don Manuel, fundado el Conuento del Castillo de Garci Muñoz ,el año de 1326, a imitación suya fundó poco después el de Salmerón Gil Martínez, que era su despensero mayor.

LA LEYENDA DEL CASTILLO DE ALVAR FÁÑEZ DE MINAYA Y SU CERRO CON LA MORA ENCANTADA

La segunda leyenda importante de la localidad es la que hace referencia al cerro de Alvaráñez. De generación en generación hemos escuchado que en lo alto del cerro de Alvaráñez se situaba el castillo del Capitan Alvar Fáñez de Minaya, primo de Cid y conquistador de estas tierras tras la dominación musulmana. Sin duda, el mismo origen tiene el nombre de cerro de Albaráñez en la próxima localidad de Huete o el propio topónimo de Castillo de Alvaráñez para otro pueblo de la cercana provincia de Cuenca. Y, desde luego, la desaparecida puerta de Alvaráñez en la vecina villa de Alcocer.

Vista del cerro de Alvaráñez en los años 70

El dato, desde este punto de vista legendario, se convierte en histórico en el momento en que hay constatación documental de la existencia de las ruinas del mencionado castillo a finales del siglo XVIII, según aparece en el manuscrito de don Carlos Moreno Colmenar, de 1787:

Aunque no se sabe quien le fundó (sc. El pueblo de Salmerón), ni el motivo, no se duda de su Antigüedad por las ruinas de varias Fortalezas que ha tenido como son: la que a principios de este Siglo se acabó de arruinar situada en una mediana elevación dominando la entrada principal del Pueblo por el Llano: y otra que se advierte en el cerro que llaman de Albaráñez, que domina lo restante de la Vega y parece verosímil tendría conexión con la que havía cinco leguas de esta en el Pueblo que hoy se llama el Castillo de Albaráñez, denominado aunque con alguna corrupción de voz de aquel antiguo Capitán Alvar-Fañez, que en tiempos del Rey dn. Alonso anduvo por esta Tierra.

Subida a Alvaráñez por su lado posterior, donde se pueden ver grandes bloques de piedra

Resta como leyenda la que supone en este mismo cerro la existencia de una «mora encantada» que cada cien años se dejaría ver de aquel que por allí se encuentre. Curiosamente se decía, allá por los años 50 ó 60 del siglo XX, que por aquel entonces la mora del cerro se había aparecido a un pastorcillo. Las características físicas de este personaje legendario son descritas por algunos de la siguiente manera: la mora aparece como una mujer muy hermosa, con el pelo suelto y largo, y, en ocasiones, acompañada de un perro. Esta leyenda se inserta en un grupo de tradiciones diseminadas por toda la geografía española en fecha posterior a la reconquista, con presencia de diversas «cuevas de la mora» o «cerros de la mora».

LA LEYENDA DEL JEFE MORO Y LAS CUEVAS DE SAN ROMÁN

En este mismo sentido cabe entender, dentro del propio Salmerón, la versión que dice que en las cuevas de San Román, situadas en la mitad de la pared de un cerro inexpugnable, se habría refugiado el «jefe moro» una vez que los cristianos reconquistaron el territorio, y allí habría dejado sus tesoros ocultos en grandes tinajas. Y es que en el suelo de estas inaccesibles cuevas, hay, efectivamente, unas oquedades con forma de tinaja, tal y como se nos describe en la prensa del siglo XIX y como han constatado quienes, desafiando el peligro, han bajado con cuerdas por la pared del cortado, hasta llegar a la boca de la cueva.

La cueva de San Román en un grabado del siglo XIX

LA LEYENDA DEL ANTIGUO PUEBLO DE MONTERUELA

Una última leyenda, que, en realidad, hace referencia a un territorio aledaño al pueblo de Salmerón y que hoy pertenece al vecino Castilforte, es la del pueblo desaparecido: Cuenta la tradición que donde hoy está situado el Llano Montera existió un día un pueblo, Monteruela, que se llegó a ver deshabitado porque todos sus habitantes murieron envenenados en el festín de una boda que en él se celebraba. Una vez más encontramos que leyenda y realidad se superponen, porque, efectivamente parece que existió este despoblado, independientemente de la causa de su desaparición. En el lugar se dejan ver montones de piedras apiladas, como si de muros derribados se tratara. No sabemos en qué momento desapareció este núcleo de población, ni cuales fueron los motivos reales de que esto sucediera.

Imagen del despoblado de Monteruela
Imagen del despoblado de Monteruela

También en el siglo XVIII, en los documentos del Catastro del Marqués de la Ensenada, aparece mencionada la existencia del llamado «Despoblado de San Román» al decirnos que el término de Salmerón «limita por Levante con Castilforte y Valdeolivas, al Poniente con Villaescusa de Palositos, al Sur con los Salmeroncillos y al Norte con el Despobladao de San Román». Hoy en día el parajese conoce como Casas de San Román.

LA LEYENDA DE LA RUEDA DE SANTA CATALINA

Queda referirnos a una tradición, por lo demás extendida por toda la geografía española, según la cual, al amanecer del día de San Juan es posible contemplar en el sol la llamada «rueda de Santa Catalina», curioso fenómeno por el cual se ve girar este astro. El que durante muchos años fué el maestro de Salmerón, don Primitivo, subía la madrugada del 24 de junio a lo alto del cerro de san Matías con el objeto de ver este prodigio solar.

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