El caso del fraile del convento de la Virgen del Puerto acusado de herejía

El caso del fraile del convento de la Virgen del Puerto acusado de herejía

El fraile de nuestra historia se llamó Fray Alonso Carrillo y vivió en el Convento de Nuestra Señora del Puerto, de Salmerón, allá por el siglo XVI. Los datos que nos permiten reconstruir su caso se encuentra en un legajo perteneciente a su proceso inquisitorial dependiente del Tribunal de Cuenca, bajo el epígrafe Proceso a Fray Alonso Carrillo, residente en el convento de Santa María del Puerto de Salmerón, acusado de proposiciones heréticas, que hoy día se halla en el archivo Diocesano de Cuenca.


El mencionado fraile, según cuentan los documentos del proceso, fue denunciado por otros dos compañeros de convento, Fray Juan del Rincón y Fray Alonso de Escamilla, a raíz de una disputa teológica surgida en una conversación de comedor, en al año 1578. Aunque hoy nos resulte inverosímil semejante situación, el ambiente, enrarecido por las circunstancias de la Reforma y la Contrareforma y crispado por la presión del Santo Oficio, al margen de las supuestas rencillas habituales en toda comunidad pequeña, posibilitaban situaciones de este calibre. Así se nos narran las sospechas del delito en los documentos de la Inquisición:

(…) en este Santo Officio ay relación que a los primeros del presente, en el monesterio de ntra Sa del Puerto termino de la villa de Salmerón, estando comiendo frai Juan del Rincón y frai Alonso de Escamilla y frai Al(ons)o Carrillo disputaron sobre la materia de los Sacramentos, y tractaron sobre si los Sacramentos conferían gracia ex op(er)e op(er)ato a todos, y que frai Juan del Rincón dixo que conferían y dauan gracia a los que estuvieresn en gracia y no tuviesen ympedimento de peccado. Y frai Alonso Carrillo dixo que aunque estuviesen en peccado mortal los que los recibían, les daban los sacramentos la gracia ex op(er)e op(er)ato y que aunque se lo contradixo el dicho frai Juo del Rincón, todavía el dicho frai Alonso Carrillo se tornó a afirmar en lo mesmo que tenía dicho, y que después, pasados dos o tres días, tornó a tractar de la mesma materia y el dicho frai Alonso Carrillo tornó a dezir que siquiera le acusasen en la Inquisición, que lo que auía dicho era lo que él tenía y la verdad ….

Ruinas del convento de la Virgen del Puerto en los años 40

La discusión trataba de una cuestión teológica debatida en esta época entre católicos y luteranos, y que se relacionaba con la advertencias que hacían los teólogos católicos contra la doctrina protestante que admitía que el hombre podía salvarse sólo por la fe, con independencia de sus obras. Seguramente, los compañeros de Fray Alonso aprovecharon lo que podía ser una conversación informal durante las comidas para tachar a nuestro fraile de tendencias luteranas, clara herejía en este momento, y así, suponemos, saldar alguna enemistad personal.

Ante esta situación el Santo Oficio inicia una investigación y «por querer saber la verdad y cómo pasó lo susodicho» y se insta a que se examine «ante notario como fiel y legal cristiano viejo» a acusador y acusado, Fray Juan del Rincón y Fray Alonso Carrillo, respectivamente, bajo juramento de decir la verdad y guardar secreto y «preguntándoles qué palabras dixo el dicho frai Alonso Carrillo y a qué propósito y si fue reprehendido y qué respondió; y, si fue argumentando, con qué opinión» entendieron los demás sus palabras. Se pedía asimismo que se enviara al Santo Tribunal de Cuenca cerrado y sellado «con algunas personas de confiança que a esta ciudad vayan».

Afortunadamente, las sospechas que recaían sobre Fray Alonso, fruto de un momento en que se encontraba en debate el tema de la gracia y los sacramentos y de el la justificación por la fe con independencia de la naturaleza pecadora del hombre, como consecuencia del debate entre católicos y luteranos, fueron pasadas por alto y el Santo Oficio de Cuenca absolvió a nuestro fraile. Al final de su expediente, en el lugar donde constaba el castigo para los declarados culpables, aparece el término latino Nihil, es decir, «nada», con el que se sellaba para la posteridad que la Inquisición había hallado libre de culpa a Fray Alonso Carrillo.

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