Si hay un rincón bonito en Salmerón y que se preste para fotografías de difusión turística, ese es el que forman la confluencia de las calles de la Tercia, del Arco y del Viento. En este lugar predomina un majestuoso arco arbotante que refuerza la sujeción de la iglesia con las casas que están enfrente y, cómo no, la más hermosa de las portadas del templo, conocida popularmente como “Puertas Antoneras”.
Esta portada se sitúa en la parte sur del edificio y se correspondería con la antigua entrada al primitivo templo románico (s.XII-XIII), sobre el que luego se construyó el actual, de concepción gótica, y también sus sucesivas ampliaciones y con el añadido de las otras dos puertas.
En cualquier caso, la portada, tal y como nos ha llegado, no pertenece al estilo románico, sino que es posterior y se ha definido como de estilo “plateresco popular”, del que no conozco ningún parangón en portadas de templos hispánicos, lo que la haría un elemento único en la provincia, en Castilla-La Mancha e incluso en España.
Esta portada presenta arco de medio punto (¿siguiendo el original de la original puerta románica?), con dos arquivoltas en las que se insertan bustos de ángeles y de santos.
En la primera arquivolta se insertan ocho figuras, aunque existía originariamente una más, que se ha perdido por el mal estado de la piedra en la parte derecha.
Las que ocupan la parte superior y principal son claramente identificables por su simbología:
Se empieza con San Juan Bautista, que no fue apóstol, sino el Precursor de Cristo, identificado por el cordero que porta (el agnus dei) y la filacteria (cinta).
Le siguen San Pedro, con las llaves del Reino, y San Pablo, que, aunque no fue miembro de los Doce, la tradición lo incorpora al Colegio Apostólico, con la espada, símbolo de su martirio por degollación.
Le siguen otros dos bustos de hombres barbados, el primero de los cuales porta claramente un hacha y el segundo lo que parece ser un cuchillo.
Mi propuesta es identificar al primero de ellos, el del hacha con San Matías, segundo patrón del pueblo y santo que ocupó el lugar vacante entre los Doce tras la traición y suicidio de Judas Iscariote. Ciertamente, no sabemos a qué fecha remonta el patronazgo de San Matías sobre Salmerón (su ermita es posterior a esta portada, pues se construye en el siglo XVII), pero la presencia del hacha en su mano como símbolo de su martirio nos parece significativa.
Y la figura siguiente, que aparece con un cuchillo en la mano, sería San Bartolomé, tradicionalmente representado con este símbolo, que hace referencia a su muerte por desollamiento. Y parece, además, significativo el hecho de que tanto San Bartolomé como San Matías tuvieran cofradía o cabildo aún en el pueblo en el siglo XVII.
La arquivolta concluye con la presencia de otros dos bustos masculinos, en este caso sin barba e insertos en medallones, a ambos lados de la serie de santos, y culminaría con las figuras de dos ángeles, uno a cada extremo del arco, aunque el de la derecha ha desaparecido por la erosión de la piedra.
La segunda arquivolta la ocupan seis cabezas de ángeles y, a sus extremos, sendos medallones con un busto humano cada uno de ellos, aunque el de la derecha, asimismo, ha desparecido por la erosión como la última figura de la arquivolta superior.
En la clave de este pórtico se puede ver una cruz, cuyo estado fragmentario impediría saber con seguridad absoluta si se trata de cruz de Santiago o de Calatrava, puesto que su parte inferior está erosionada (desperfecto de origen antrópico, ya que se hizo para poner el ladrillo con la numeración de la calle) si no fuera porque tanto las dimensiones del sillar como la presencia de las vieiras a sus lados nos hablan, sin duda, en favor de que nos encontremos ante una cruz de Santiago, orden a la que pertenecieron algunos miembros del cabildo eclesiástico de este templo.
Sabemos que el nombre de esta puerta, inscrito en su antigua llave, era “Puerta de los Apóstoles»: ¿Por qué, entonces, “Puertas Antoneras”? Muy agudamente, un antiguo párroco, Miguel Ángel Ortega (actual Director de Museo Diocesano de Sigüenza) proponía que un falso corte fonético hubiera dado lugar a esta curiosa palabra. De “Puerta de los Apóstoles” habría pasado a “Puerta de los Santos” y, de ahí, popularmente, a “Puertas Santoneras” y, por falso corte, “Puertas Antoneras”. Tanto es así que en Salmerón he escuchado la expresión metafórica de “ir por las Antoneras” en el sentido de “ir por la puerta de atrás, ir disimulando para conseguir algo”, porque, efectivamente, en su configuración actual, es la puerta trasera del templo.
Esta puerta, hasta hace unos años, se abría sólo en Semana Santa, para recoger los pasos de la procesión, pero la tradición parece haberse perdido, tal vez en aras de la comodidad.
Por otra parte, el hecho de que en su clave aparezca la mencionada cruz de Santiago y de que por Salmerón pase un ramal de la Ruta de la Lana que va a Santiago de Compostela, y que cruzaría por detrás del templo, hace que se empiece a conocer esta puerta como “Puerta de los Peregrinos”.
Es preciso decir que sobre la cruz quedan trazas de haber existido un tejadillo voladizo. Ignoro en qué época se quitó (antes de los años 60 del siglo XX, desde luego), pero se puso allí con buen criterio, ya que la situación de la portada, expuesta a las duras inclemencias del tiempo, junto con la calidad de la piedra arenisca, amenazan con destruir una de las joyas de nuestro patrimonio. No sería mala idea recuperar el tejadillo y proteger, siempre por manos de profesionales, las seculares maderas y herrajes de las hojas de su puerta.