La consagración de ermitas a la Virgen o a diversos santos es una práctica piadosa que viene de antiguo. Ligadas en principio al retiro en soledad de un penitente, con en tiempo la palabra ermita pasó a denominar a pequeñas capillas elevadas, normalmente, fuera de las poblaciones y que tenían culto sólo de forma ocasional, en especial el día en que se celebraba el santo o Virgen cuya imagen se veneraba en el edificio.
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